Más verde ahora la sombra de los aloes, las calas de un blanco cegador, los teros en el límite de la huerta
Consolación reparte caprichosa los turnos: para Ana siempre el 23.
Los perros merodean las viandas entre la clientela.
Collares de vaina de caldén y vaquitas de san Antonio.
Lejos la escuela de las monjas donde Ana es un apellido, otro número.
Los que vuelan se sacrifican en el relumbre de la lámpara
Oyes el canto?
Y esos brillos?
El querosén se consume en la pieza de la huesera.
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