sábado, diciembre 26, 2009
también la belleza
ahora que el mundo se detuvo
los días son postales
pie descalzo veredas acanaladas
frutos del paraíso
la luz que se filtra entre las chapas de un galpón
acecha la belleza de lo posible
sábado, diciembre 19, 2009
memento mori
lunes, diciembre 14, 2009
lunes, diciembre 07, 2009
domingo, noviembre 29, 2009
sábado, noviembre 28, 2009
encrucijadas
a liliana campazzo
El faro del fin del mundo es blanco
apenas más visible que los acantilados donde
bandadas de loros entumecen el tendido de cables
y el viento trae la voz de los corsarios al estuario
su afán de pedrerías de amores salvajes
es la horizontal del aire
un piano en una callecita empinada en patagones
una casa amarilla yuyo seco brizna para arder
las altas ventanas en donde el espliego pasó a ser jazmín
y todas las lluvias del mundo lavándome los ojos
soy lo que he visto
pasan los días y se hacen volutas como el humo del té
es la vertical del fuego
mi hogar en esa encrucijada
en la que los muertos
tienen tanto por decir
jueves, noviembre 26, 2009
lunes, noviembre 23, 2009
miércoles, noviembre 18, 2009
3 deseos
domingo, noviembre 15, 2009
de hormigas y cigarras
la fragilidad del movimiento
pasan gentes y lugares
lore y gero que se casan en marzo
y otro micro
merita que espera un hijo
y dani que viaja todos los días de santa rosa a toay
lee la frase del boleto rosa y sonríe
también estás vos
que me miraste tan largo y callado
detrás de un vidrio
hoy me quedé en casa
hice mate regué las plantas
me senté en el zócalo de la puerta
a ver pasar las hormigas
ellas que se creen tanto
transportan hojas que las superan en tamaño
equipaje pesado
también las hormigas juegan
a la mujer maravilla
jueves, noviembre 12, 2009
lunes, noviembre 09, 2009
detrás
viernes, noviembre 06, 2009
lunes, noviembre 02, 2009
jardines que viajan
El jardín se volvió camino
Es noviembre y la vida es una foto movida
en el exacto momento en que la sombra roba el color de las cosas
una road movie con música francesa de fondo
atravieso campos amarillos y huellas de tierra seca que se pierden tras los álamos
molinos de viento cielos que pasan del azul al gris
me brillás en el cuerpo
domingo, noviembre 01, 2009
lunes, octubre 26, 2009
jueves, octubre 22, 2009
lunes, octubre 12, 2009
vuelan de fruto en fruto
panaderos de la memoria
semillas de plumas irisadas en la tarde que se consume
otros fuegos transcurren del mismo modo
tras la irrupción de las primeras chispas toda inquietud se disuelve entre formas opacas
¿y qué haremos con lo que arde y amenaza la calma de la siesta?
el perro echado bajo el tilo no lo sabe y estira su modorra en la sombra
ester mastica un cabito de jazmín succiona el néctar tritura el blanco pétalo
con estas nimias crueldades se escribe el olvido
sábado, octubre 10, 2009
del comportamiento de algunas especies
Las estrelicias son epífitas. Eligen a sus víctimas en lo más espeso del bosque y adheridas a los troncos extienden sus cuerpos carnosos y celestes sus alas de fuego sus espinas que antaño protegían de los malos espíritus a la tribu
El árbol que las hospeda sea roble o acacia se engalana de pronto con sus pétalos rojos con el zumbido de los colibríes que se espesan en el aire
El encantamiento es breve. Ellas van endureciendo sus hojas de bordes aserrados y los árboles palidecen.
Muerden la mano que les da de comer.
domingo, octubre 04, 2009
viernes, septiembre 25, 2009
El poeta y el objeto fetiche: Volver a nombrar
As coisas não tem paz
Arnaldo Antunes
Voy a escribir y entonces ritualizo el espacio; busco un lugar soleado frente a la ventana, me rodeo de libros, preparo café. En una bolsita de tela, las runas y envueltas en una seda violeta los arcanos del tarot.
Ya está todo listo. Un glifo marca el rumbo de esa primera escritura que puede ser apenas un esbozo de un poema o notas sueltas como bitácora del día.
Alberto Muñoz suele decir que la poesía no nombra a las cosas pero que las cosas vienen. La poesía danza alrededor de los objetos, los inunda de imágenes y abre sus múltiples sentidos. La flecha da en el blanco.
Si nos apartamos del sentido que la cultura europea le dio a la palabra fetiche, considerado como un “objeto de culto supersticioso entre salvajes” podemos aproximarnos a una concepción desprovista de toda carga negativa y verlo como un punto de concentración de la energía simbólica tan necesario, para Adolfo Colombres, como el mito y el rito.
Abundan los ejemplos; en el antiguo Perú se llamaban huacas a las cosas consideradas sagradas o con poder, y eran por esta razón veneradas y temidas. Freud llamó libido a esta energía psíquica, y al asignarle un significado fundamentalmente sexual redujo el sentido que dicho vocablo tenía en latín, que excedía ese campo, designando todo anhelo, ansia o valoración selectiva dirigida hacia un objeto.
Pero volvamos a los poetas. Olga Orozco cuenta en varias entrevistas y en Los adioses, un relato perteneciente a La luz también es un abismo, su relación con las piedras:
Yo escribo con una piedra en la mano, una piedra de San Luis en una mano y otra de Sicilia en la otra; claro que no puedo escribir con las dos piedras, pero las tomo alternativamente; una de San Luis que es donde nació mi madre y una piedra de Capo D Orlando de Sicilia donde nació mi padre. Y a veces tomo una piedrecita negra que me dio un chico del que estuve enamorada cuando tenía 6 años. Yo siento a las piedras, las siento latir como si tuviera un corazón de pájaro en la mano.
(…) Siempre me gustaron las piedras. Tengo un poema a mi madre en el que digo que en vano la invoco como quien acaricia un talismán, una piedra que guarda esa gota de sangre coagulada capaz de revivir en el más imposible de los sueños. Un día en casa de una amiga miraba un libro de antropología que estaba en alemán y me detuve en una lámina que tiene una piedra oscura con una especie de espiral en colorado. Mi amiga me dijo: “hace horas que estás mirando eso, ¿sabes lo que es?” Y me lee el epígrafe escrito en alemán: “piedra que guarda una gota de sangre del antepasado”.
La piedra posee una larga tradición como objeto mágico en casi todas las culturas. Podríamos pensar en la monumental obra del cartero Cheval que acarreando piedras construye sus magníficos palacios o en otro poeta pampeano, el gran Juan Carlos Bustriazo Ortiz y su “Elegía de la piedra que canta” (1969)
V
Te regalé unas cuentas indias
y había un color de aroma hereje tan sobre mi caía el
cielo amarilleaba su piel verde yo sé que labro joya
oscura sólo por vos que me la entiendes porque a vos
te hablo en esta piedra enrumorada de caldenes quién
sino vos me la naciste y en quién sin vos ella se mece
te di en la tierra qué colores sonorositos magamente
remotas gemas de collares ascuas de piedras de otras
gentes besos de piedras recobradas entre tus manos
vieja fiebre alegría vieja o amoríos de aquella aquel que
están sin frente te regalé gualicheríos piedras de dulces
redondeles
Aunque en Bustriazo, es singular el desplazamiento de la carga simbólica del objeto a la propia grafía:
La firma del poeta estaría compuesta por elementos que se encuentran presentes en su cosmovisión del mundo; la cruz araucana, una serie de rulos que representarían el infinito, un báculo egipcio, el triángulo sexual representado por los tres puntos y los círculos que significarían las piedras.
Esta representación gráfica se acercaría al concepto de yantra védico, diagrama visual de gran densidad simbólica utilizado para meditar con la intención de que objeto y sujeto se consustancien y pasen a ser la misma cosa.
Así la palabra también es fetiche, portadora de alma. Para los guaraníes, todo es palabra. La función fundamental, básica del alma, es la de conferir al hombre el don del lenguaje. Ñee quiere decir palabra, voz, y también alma y es a esta entidad que pertenece el nombre de las personas.
Verónica Condomí acostumbra en sus clases de canto a realizar la siguiente práctica; quien cumple años se acuesta en el centro de un círculo y cierra los ojos para que los demás le “canten su nombre”, el canto es improvisado y cada persona construye su propia melodía, así se va tejiendo una salmodia que recuerda a quien la recibe su propia identidad.
La sociedad de consumo ha trivializado la palabra y desplazado el poder de los objetos fetiches a un fetichismo de la envoltura, los objetos ya no son valorados por su naturaleza intrínseca sino por su apariencia. El lenguaje carece de fuerza mágica y nombradora.
Tal vez la función de la poesía sea la de volver a nombrar cada cosa y recuperar así su antiguo fuego.