
Al lado de un maniquí roto y fragmentos de perchas apareció el 8 de picas, la carta de los obstáculos, de las interferencias. A pocos pasos el 10 de corazones, la imagen misma de la plenitud, de haber completado un camino, una vuelta en espiral.
Otra vez las cartas las encontró
Martín, perforadas como visadas por algún guarda celestial.
Algo me dice que andamos por buen camino.
2 comentarios:
uhhhhh bueno... el chiste es no salirse del rumbo
besos
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