con la mantilla de la abuela improvisaba el altar unos collares de cuentas rojas los frutitos de un arbusto que lindaba la huerta ni hojas ni plumas podían arrancarse en ocasiones robaba una copa de la cristalera machacaba tallos de remolacha o abigarradas moras del jardín una hilera de muñecas fingía adoración ella cantaba bajito les untaba la frente con aceite cocinero
(una medallita de plata encendida bajo su corazón)
2 comentarios:
Veo que estás probando cositas nuevas Marisa! Me gusta... a todo esto, no pude dejar de pensar que ese es un perro salchicha...
si, el perro salchicha de mi tía juanita, y mis tres años...
gracias siempre por su visita!
un abrazo
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