
(el tercer pétalo fue rojo y encendió la tormenta)
Era y no era de noche un paso angosto de piedra caliza la condujo hacia una estancia iluminada por velones y después a un jardín vidriado de extraño diseño vegetal olía a madreselva y a sangre de animal recién sacrificado y eso la despertó
Las sombras destilaban sus jugos y rumores entre las camelias sanadora roja sin aliento se sentó la esfinge representaba un buey o un león pero su tacto era suave y afelpado casi la piel de un niño estaba tibio como si encerrara en su seno la llama viva de un volcán ella se levantó los vestidos montó a la bestia inmóvil un gemido musical reverberó en los cristales el olor a sangre a vino a hoja dulce se hizo insoportable la muchacha derramó sus licores sus pétalos rosados y el animal volvió a la piedra satisfecho
(calle abajo repicaron tres veces las campanas de la catedral)
“dicen que todos los días se abrigarán con el manto de este momento
dicen saber la medida para entregar y recibir calor o fuego”
flopa
antes lo anunciaron las cartas y ella entró en la calma previa a los vendavales una vigilia secreta aleteos perfumes de agapanto en la ventana una brisa que rozara las campanas agitara las hojas trajera el cortejo de los benteveos la memoria del fuego el viento enardeció las costas puso en peligro las chalanas que regresaban del mar luego fue todo silencio y ella entró en su cuerpo como en un aposento conocido y extraño habitado por filamentos de luz
(un finísimo polvo de oro sobre el aserrín de la pista)
Se mira los pies hace un movimiento imperceptible al compás de la orquesta el almidón del vestido la palidez de las cintas de raso sobre el canesú la mirada atenta de las tías a la sombra del algarrobo el patio de tierra adornado con papeles de colores los sulkys frente al despacho de bebidas banderines ondulando en el viento y la tarde que no termina de caer ellos hablan fuerte disimulan la tos de los primeros cigarros sonríen como pavos reales despliegan las volutas de humo sobre la pista y ella sabe
que tendrá que elegir sólo uno pasear la vista arrobadora por su estampa para que él se acerque y con un suave movimiento de cabeza la libere de la inmovilidad así funcionan las cosas le ha dicho su prima mayor
ahora giran bajo las farolas las primeras parejas siente el fastidio de las hebillas que tensan el peinado cierra los ojos apoya la cabeza en la pared va siguiendo los hilos dorados de la música el piano los violines cada pieza cambia de lugar su corazón todo lo tiñe de un azul intenso la música oleaje la música danza de hojas perfumes madreselvas la música ya no podrá mirar como conviene insinuarse detrás del abanico la música agua adentro piel adentro la música viva tras los párpados
(y el cantor también cierra los ojos en el azul del último tango)