Se mira los pies hace un movimiento imperceptible al compás de la orquesta el almidón del vestido la palidez de las cintas de raso sobre el canesú la mirada atenta de las tías a la sombra del algarrobo el patio de tierra adornado con papeles de colores los sulkys frente al despacho de bebidas banderines ondulando en el viento y la tarde que no termina de caer ellos hablan fuerte disimulan la tos de los primeros cigarros sonríen como pavos reales despliegan las volutas de humo sobre la pista y ella sabe
que tendrá que elegir sólo uno pasear la vista arrobadora por su estampa para que él se acerque y con un suave movimiento de cabeza la libere de la inmovilidad así funcionan las cosas le ha dicho su prima mayor
ahora giran bajo las farolas las primeras parejas siente el fastidio de las hebillas que tensan el peinado cierra los ojos apoya la cabeza en la pared va siguiendo los hilos dorados de la música el piano los violines cada pieza cambia de lugar su corazón todo lo tiñe de un azul intenso la música oleaje la música danza de hojas perfumes madreselvas la música ya no podrá mirar como conviene insinuarse detrás del abanico la música agua adentro piel adentro la música viva tras los párpados
(y el cantor también cierra los ojos en el azul del último tango)
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