Aún estremecido el cordaje del sueño
lento candil llave enhebrada por un golpe de viento
y las horas en su letargo de sábanas tristes
y en el puño la piedra que durmió entre caldenes
Lo que no fue palabra y es lluvia de sí vendaval
una costra de arena sobre la herida ardiente
algo que arrastró la marea bajo el sol deshabitado
un reino que por inaccesible fue el destierro
Te llamo con tu propia estela desleída en la noche
te llamo por tu nombre de antes o es tu voz la que canta
cuando levantan las hojas el polvo de las constelaciones
sus bujías trémulas el fulgor de mil astros perdidos en la sombra
El silencio evidencia lo estéril de las pruebas
migran las aves emisarias heladas de negrura
escribo a tientas escaldo insomne a espaldas de los muelles
el aire abre sus valvas escancia sus licores
troca arena por perlas en cada sutura de la muerte
