lunes, enero 31, 2011

Proyecto Nautilus / Día Tres


Son días de dormir poco y soñar mucho.
Comienzo los trámites de posesión de la isla. ¿qué es poseer la tierra?. La tierra es de la tierra. Esa isla estuvo allí para el Doctor de Arma, para mi abuelo, mi padre y su amigo pescador y lo estará para mí, para mis hijos.
¿Será que el viaje no significaba tanta lejanía?
Llovizna y desayuno en San Fernando. Después voy a la municipalidad, de ahí a catastro.
Hay un muchacho allí que vive en el Fredes, y conoce la casa. Se presenta, "soy el de la lancha almacenera", dice y sigue llenando una nota de pedido sobre el escritorio.
El delegado de asuntos isleños me trata con amabilidad y luego saluda; "adiós vecina"
Me voy calle abajo, sin paraguas, a tomarme el tren.
"Vecina" me digo bajito. Suena bien.


En la foto: Los abuelos y el tío Perico en el muelle de la isla

domingo, enero 30, 2011

Proyecto Nautilus / Día Dos




Día 2: polaroid

El casco de la lancha del viejo era Pagliettini y el motor un mercury 50. La memoria retiene esas cosas. Quizás porque él estaba orgulloso de su nave blanca y verde y lo había repetido hasta el cansancio o por esa inocultable admiración que las hijas tenemos hacia los padres y esa imagen pelo suelto en la proa yendo para Nautilus. Cincuenta caballos…¿estaban ahí? ¿eran ese viento que me remontaba el pelo?

Todos los caballos blancos…

 Se posee una lancha como si se tratara de un hijo; cuando no estábamos en la isla la Psicosis IV dormía en el garaje de casa y Negri le pasaba el lustrador de los muebles a la cubierta mientras mi madre ponía el grito en el cielo.
Cuando no estábamos en la isla, dibujaba: casas flotantes, botes con bisagra, una casa con las dos casuarinas como pilotes. Los dibujos eran con una birome cualquiera en los papeles más insólitos; boletas de la luz, planillas de la oficina, pagarés. En los márgenes tenían cuentas, medidas, listas de materiales posibles.
En la foto tendré unos siete años, está mi hermano Pablo, un primo y el Chilo, cuando era joven y aún no había perdido el olfato. Es invierno pero hay mucho sol y la polaroid retiene el gesto de taparme la cara.
En otra tomada el mismo día está también la abuela Paula, siempre frágil y prolija, parece que se la va a llevar el viento.
En el reencuentro del otro día, el vecino me decía “tu papá era un soñador; una vez me mostró una foto con un carrito de bebé acá, en el muelle de tu casa”
Busco esa foto en las cajas que aún no desembalé de la mudanza. Me busco.

sábado, enero 29, 2011

Proyecto Nautilus / Día Uno





Proyecto Nautilus
Día Uno

Volver a la isla después de ocho años no fue tarea fácil. La última vez habíamos ido con mis hermanos y Rosa a llevar las cenizas de mi padre y cumplir su último deseo. Una eternidad de camalotes;

el cuerpo cedido a las abejas a su rumor sordo/ la miel del cuerpo vertida en el agua

Hubo indicios, sí. Que mis queridos Alberto y Javier tuvieran casas allí, que se les hubiera dado por escribir el maravilloso “Tigre”[i] y que yo misma necesitara ir a terminar Las sanadoras a una casa del Río Carapachay fueron determinantes. La cuestión es que con la complicidad de un viejo amigo –mío y de mi padre- salimos un 27 de enero dispuestos a explorar el terreno.
Unas pocas provisiones en la Estación Fluvial y a eso de las 10.30h estábamos desembarcando en el Arroyo Paycarabí, en el viejo recreo de Don Juan Labayte.
Los nuevos dueños y su perrerío nos atendieron con cara de pocos amigos. Decidimos aventurarnos por el monte los 200 metros que nos separaban de la casa. Shakira, una pekinesa nos ladraba como endemoniada.
No había camino. Media hora entre lianas, mosquitos y cortaderas nos dejaron exhaustos y desanimados. Cuando mi pie se hundió casi 30cm en un pantano decidimos volver al muelle y pedir que alguien nos acercase en bote.
Logramos que lo hiciera Luis, el vecino, que se encargó de recordarme el “problema” que tuvo con mi hermano por el asunto de los límites del terreno hace como dos años.
El viaje fue brevísimo pero sirvió para una mínima declaración de principios de buena vecindad.
Sobre la parte más alta del terreno nos daba la bienvenida el último trabajo del Loco Negri: el cartel de la casa Nautilus en letras de metal recortadas sobre la madera y más allá la casa, verde, blanca, abandonada, custodiada por dos casuarinas y un inmenso panal de abejas.
Me senté en el pequeño muelle y puse los pies en el agua. Estaba en casa.



[i]Tigre, Alberto Muñoz y Javier Cófreces.Ediciones en Danza, Buenos Aires 2010

martes, enero 18, 2011

el niño





Trajeron al niño envuelto en  fiebres altas ya perdido
El cuerpito blando y morado una línea de veneno le tocaba el pecho
Juera todos aulló la vieja se quedó con el angelito entre los brazos
Se murió el Capitán y lloré hasta quedarme dormida
Añamembuí la muerte y su corona
No te vayas niño qué harás del otro lado
Qué será del caballo de madera del trencito de lata
Se escucha el plañido de los perros en el monte
Y los teros han cruzado tres veces el patio
Berta deja los huesos marcados los emplastos aprieta el puño llora
No te vayas niño que harás del otro lado

El niño mira lejos
La montura la crin blanca la sombra del tejo
Consolación en la vera del camino con un pañuelo blanco

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en casa de olga (toay)