I
Hay un antiguo tapiz que relata las hazañas de Sigurdr, de cómo éste asesinó a la serpiente y se hizo sabio y famoso entre los nórdicos.
Cuenta la leyenda que ese tapiz fue bordado con hilos de oro por Brynhildr, la más bella y mañosa de las valquirias, la que tenía el don de leer los sueños y aún así no pudo evitar su trágico destino.
El primer encuentro se produjo después. Sigurdr cabalgaba con sus hombres por el bosque cuando su halcón favorito voló hacia una torre y se posó junto a una ventana. Sigurdr subió por su halcón y vio a Brynhildr bordando los últimos hilos de la historia.
Ante sus ojos todas las mujeres de su vida fueron una, sin edad, que vendría a buscarlo al final de sus días.
Luego regresó con sus hombres y ya no quiso estar en compañía de nadie.
Ellos le dijeron: “No pretendas lo que no puedas alcanzar, ella jamás ha sido de hombre alguno, prefiere librar batallas y colmarse de gloria”
Pero Sigurdr insistió y no descansó hasta encontrarse a solas con Brynhildr y prometerle casamiento jurándole que jamás se casaría con otra y ofreciéndole su anillo para cerrar el pacto.
Ella había visto en sueños que otro era su destino; Sigurdr bebería un filtro para el olvido y se casaría con Gudrún pero asumiendo lo inevitable selló el pacto colocándose el anillo.
Cuenta la leyenda que ese tapiz fue bordado con hilos de oro por Brynhildr, la más bella y mañosa de las valquirias, la que tenía el don de leer los sueños y aún así no pudo evitar su trágico destino.
El primer encuentro se produjo después. Sigurdr cabalgaba con sus hombres por el bosque cuando su halcón favorito voló hacia una torre y se posó junto a una ventana. Sigurdr subió por su halcón y vio a Brynhildr bordando los últimos hilos de la historia.
Ante sus ojos todas las mujeres de su vida fueron una, sin edad, que vendría a buscarlo al final de sus días.
Luego regresó con sus hombres y ya no quiso estar en compañía de nadie.
Ellos le dijeron: “No pretendas lo que no puedas alcanzar, ella jamás ha sido de hombre alguno, prefiere librar batallas y colmarse de gloria”
Pero Sigurdr insistió y no descansó hasta encontrarse a solas con Brynhildr y prometerle casamiento jurándole que jamás se casaría con otra y ofreciéndole su anillo para cerrar el pacto.
Ella había visto en sueños que otro era su destino; Sigurdr bebería un filtro para el olvido y se casaría con Gudrún pero asumiendo lo inevitable selló el pacto colocándose el anillo.
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