
cuerpo menguante
luna negra de los sacrificios
en el otro mundo
soy la princesa del cuento
me rinden honores entre estatuas de alabastro
una campanada de sol abre las puertas del templo
no tengo sed
sólo jardines prolijos que bordean la muerte
no tengo amantes
sólo innúmeras estancias con cerrojo
y la arena que se escurre en el reloj
es en esta orilla donde mi carne es real
un largo lienzo anudado cayendo al precipicio
y en cada nudo una ausencia
en cada tramo un salto mortal me vuelve prisionera del aire
eco del otro tiempo
balbuceo estéril
cántaro quebrado a los pies de la fuente
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