jueves, agosto 19, 2010

pequeños milagros de la escuela pública


Y finalmente volví a la escuelita de mis amores en Villa Celina. Me había desacostumbrado a esa hora completa sobre el 141 entre obreros dormidos y novatos que se van a sacar el carnet de conducir.
Bajé en el autódromo y caminé las seis cuadras de árboles raquíticos, baldíos y alambrados. Pasé el puestito de chipá, la calesita de muñecos deformes, la salita de primeros auxilios, ya está, ya lo veo sonriendo a Salvador, en la puerta de la escuela.
Bienvenida profe, la extrañábamos.
En la sala de profesores-dirección-preceptoría-cocina-biblioteca (un sólo espacio multiuso cuidado con esmero en dónde todo se acomoda con delicadeza y paciencia) ya está listo el café.
Aún no llega nadie y disfruto de ese reencuentro íntimo con una parte de mi vida. La biblioteca ha crecido. Alfredo, nuestro dire, debe haber estado haciendo de las suyas por librerías y puestos de parque Centenario.
Hay unas cajas de "material nuevo". Mi curiosidad puede más. 30 ejemplares de "De A para X" de John Berger esperan para ser estrenados en las aulas.
Es un pequeño milagro: la historia de Xavier, preso político condenado a dos cadenas perpetuas y de A ida, su amor; está ahí para mis chicos de 3er año.
El libro no puede ser más bello. La mirada de Berger es una de las más lúcidas y poéticas de la escritura contemporánea.
Es la confirmación que me faltaba. Todo es como debe ser y de pronto me pesa menos el haber madrugado tanto, y las ocho horas de clase seguidas que me esperan.
Abrazo la caja y entro sonriente al aula.

1 comentario:

ale dijo...

Bella mi amiga y sus relatos.
Me hace ver como la vida tiene mil caras y como con un pedacito de cada una de ellas podemos llenar el alma; es solo cuestión de saber mirar.
Alelí*

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