domingo, marzo 20, 2011
Proyecto Nautilus / 26
Padecí el viernes la extensa jornada de trabajo encerrada en la escuela. Es como ponerse zapatillas después de haber pasado todo el verano descalza, a la libertad nos acostumbramos rápido.
Así que el sábado nos levantamos tempranísimo y salimos con Pablo para Nautilus.
El río crecido y la bruma fueron las novedades del paisaje. Empieza el otoño y la isla unifica su paleta de ocres...río, hojas, muelles...
El sol destellando en pequeños espacios sin niebla...
Nos bajamos por primera vez en nuestro muelle y ya Federico desde enfrente, brazos en alto, nos avisa que se va de pesca todo el día.
Ocho y media. La primera tarea del campamento; un buen mate y un fueguito.
La isla crece en familiaridad, sin cámara a mano vimos la luna del equinoccio reflejada en el agua y la luz dorada del amanecer.
El miércoles iremos a comprar las maderas para comenzar la casa.
El sueño no se detiene
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2 comentarios:
Qué belleza. Me encanta este blog, Marisa.
gracias por la compañía Vero!
un beso
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