Pero ahora estaba acá. En las aguas que son parte de mí.
La eternidad es ahora dice Berger
Al mediodía vino Federico y almorzamos. Ya hablé con Don Carlos por tu muelle. Te lo voy a dibujar.
Nos entusiasmamos, Juan mide las tablas, Federico hace un cálculo de materiales. Quedamos en ir a comprarlos el fin de semana.
Después del almuerzo nos lleva a conocer el muelle que le están construyendo al vecino. En el camino nos habla de los yuyos medicinales y plantas que crecen por ahí.
Nos muestra una plantita de mimosa; se parece al aromo pero pliega sus hojas en contacto con los dedos.
A Juan le interesan las maderas para sus runas, entonces Fede le va cortando ramas de fresno, de amarillo, de casuarina.
A las tres pasará Don Carlos a buscarlo para la jornada de la tarde. Ya es hora de volver a la otra orilla.
Volvemos a Nautilus. El mínimo atracadero está disponible ahora con la bajante. Escribo mis agradecimientos mientras Juan prepara el barquito que llevará las ofrendas.
Y se va
rumbo al Paraná de las Palmas con nuestros agradecimientos y nuestras esperanzas.
Luego volvemos a Las Tortugas. Nos esperan Vilma y Rubén con el mate y su jardín que es un pequeño paraíso. Charlamos, observamos a los colibríes. El Canal Estudiante se hizo a pala, dice Vilma. Y abre una nueva historia fascinante. Eso contaba la mamá de Tita, que murió el año pasado.
Ya se escucha el ruido de la lancha pasando la curva del río. Nos despedimos en el muelle.
La próxima crecida les toca a ustedes les digo. Y dos pares de ojos clarísimos sonríen con el mate en la mano.
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